REFLEXIONES

LECTOR, es muy provechoso seguir, con nuestra profunda meditación, al Señor en todas sus obras de la naturaleza, y estar siempre dispuesto a bendecirlo por toda la bondad que incesantemente concede a los hijos de los hombres. Hace (como nuestro adorable Redentor enseña) que su sol salga sobre malos y buenos, y envía las bendiciones de su lluvia sobre justos e injustos. ¡Oh! para que los hombres alaben al Señor por su bondad y declaren las maravillas que hace por los hijos de los hombres.

Pero cuando del mundo de la naturaleza somos capacitados para seguir al SEÑOR al mundo de la gracia; y cuando, de las bendiciones comunes de su providencia, en la creación, somos llevados a contemplar las bendiciones especiales de su amor, en la redención, esto es como pasar de los atrios exteriores de su templo al aposento más inmediato de su presencia. Y, en JESÚS, qué vasta e ilimitada contemplación se abre a la vista de un pobre pecador.

Lector, ¿no puedes decir (como lo expresa bellamente Eliú) cómo te calientan tus vestidos, cuando el SEÑOR calma la tierra con el viento del sur? ¿Y ya te asombrarás de que no puedas explicar cómo es que el manto de la justicia de JESÚS se convierte en un manto completo de justificación, para calentar el alma del pecador y hacer que él mismo sea inmundo, pero ahora? visto en CRISTO, santo, bendecido y santificado? ¡Oh, que los hombres sean incrédulos en un punto de tanta misericordia, cuando su experiencia diaria en las cosas más comunes de la providencia de DIOS, los obliga a dar un asentimiento cordial a lo que no pueden explicar más que cómo el calor o el frío es inducido por influencias del norte y del sur!

Pero lector, permíteme que tú y yo, del razonamiento de Eliú, no solo obtengamos mejoras, tanto en los temas de la naturaleza como en la gracia, sino que miremos al mismo Maestro Todopoderoso, que nos enseña, para beneficiarnos, que de ambas almas podamos ser conducido al punto aún más alto y sublime de todas las mismas preciosas misericordias y dispensaciones de nuestro Pacto con DIOS en CRISTO, que conduce a la gloria. Todo lo que está aquí abajo es con miras a ministrar con este fin.

Por esta razón, el Hijo de DIOS descendió del cielo para levantar nuestra naturaleza arruinada de las miserias de la caída. Y cuando por el pecado se introdujeron tormentas y tempestades, tanto en el mundo natural como en el moral y en el espiritual, JESÚS, lleno de benignidad, gracia y verdad, vino a reparar las desolaciones de muchas generaciones y a restaurar perfecto orden entre todas las obras de DIOS. ¡Salve, Todopoderoso Reparador de la brecha! el Restaurador de los caminos para habitar! ¡Nos postramos ante ti, bendito SEÑOR JESÚS! ¡Oh! haznos ver que tanto en el reino de la naturaleza como en la providencia, la gracia y la gloria, tú eres el Todo en Todo, la porción de tu pueblo, aquí y en el más allá, y su vida para siempre.

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