Aquí entra lo que todo el tiempo parece haber sido insinuado, cuán misericordioso trataría el Señor con su pueblo. Este es siempre el caso. Cuando el Señor viene a bendecir, pone a su pueblo a orar. Y que el lector nunca pase por alto la causa: a saber, los celos del Señor por su tierra, su amor por su pueblo. Y todo esto con la mirada puesta en Cristo, la primera y única causa predisponente en la salvación de Sión.

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