Aquí vemos que en el conjunto la victoria no fue dudosa. Por medio de la presente, el Señor enseñó a Israel, que quizás se jactaba más de la fuerza de su número, en comparación con Benjamín y Guibeá, que simplemente se apoyaba en el brazo de Jehová, que la carrera no es para los ligeros, ni la batalla para los fuertes. ¿Y no se le enseña lo mismo al pueblo de Dios ahora, cuando en algún momento se sintió tentado a confiar en un brazo de carne?

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