Y durante el día enseñaba en el templo; y salió de noche y se quedó en el monte que se llama monte de los Olivos. Y todo el pueblo venía a él por la mañana temprano en el templo para escucharlo.

Qué hermosa vista, en una brújula corta; ¡Aquí es dado por el Señor Jesucristo! Nunca fatigado, ni cansado en su labor de amor, aunque a veces en el cuerpo, como nos encontramos, ( Juan 4:6 ) se ve obligado a sentarse a descansar él mismo. Y, en el período al que ahora llegamos de su historia, Jesús sabía qué ejercicios, tanto del alma como del cuerpo, se abrían ante él.

¡Bendito Señor! el templo dio testimonio de tu fatiga de día, y el monte de los Olivos de tus ejercicios y comunión de noche. ¡Oh! ¡Cuán verdaderamente hermoso y atractivo es contemplar a Cristo, mientras actúa como Fiador y Representante de su pueblo!

REFLEXIONES

¡Mi alma! al contemplar a esta viuda pobre, cuya caridad de alma el Señor mismo ha registrado, y ha hecho memorable su historia en su Iglesia para siempre; aprende cuán costoso y precioso a los ojos de Jesús es el amor del hombre, cuando fluye del amor de Dios. ¡Oh! ¿Quién no desearía, entre los hijos del Señor, dar un vaso de agua fría, cuando no tenemos nada más cálido que ofrecer, en nombre de un discípulo, que construir casas de limosna y dar miles, sin mirar a Cristo? .

¡Bendito Señor! cuán verdaderamente terrible fue tu predicción acerca de la ciudad una vez amada; ¡Y cuán verdaderamente verificado fue el todo! La sentencia de Dios el Padre se cumplió más plenamente en Jerusalén, cuando dijo, en relación con su amado Hijo: Porque la nación y el reino que no te sirvan, perecerá. Y, en el caso de Jerusalén, ¡cuán terriblemente cumplido! Señor, concede que todos tus redimidos, preservados por la gracia santificante y reunidos de la ciudad de la destrucción, sean capacitados por tu misericordia renovadora y tu salvación gratuita, para velar y orar; y ser tenidos por dignos por la sangre y la justicia de Jesús, para escapar de todas estas cosas, y para estar delante del Hijo del Hombre.

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