REFLEXIONES

¡Mirad! Pobres y afligidos de los probados del Señor, cómo Jesús, el Hijo de Dios, cuando se humilló para hacerse hombre, condescendió a que sus necesidades fueran suplidas por la generosidad de su pueblo. ¡Oh! ¡Cómo ha dignificado el camino de la pobreza honesta con su brillante ejemplo! Nunca, entonces, olviden lo que se le ordenó a Pablo que dijera a la iglesia: Vosotros sabéis, dijo él, la gracia de nuestro Señor Jesucristo; para que, aunque era rico, se hizo pobre por vosotros, para que vosotros, a través de su pobreza, os enriquezcáis.

¡Bendito Señor! mientras leo tu dulce parábola del sembrador, oh, por la gracia de descubrir que la semilla pura de tu Evangelio está sembrada en mi corazón, por tu poder soberano; y, desde el barbecho de mi pobre corazón, levantado y plantado con Tu gracia, el fruto de tu justicia, en ti y por ti, se produzca cien veces. Permíteme embarcarme contigo, querido Señor, en el mar más embravecido, sin alarmarme nunca mientras Dios encarnado esté conmigo en la tormenta; quien dirige el timón de todos mis asuntos, y reprende tanto al viento como a la marea.

¡Y bendito sea mi Dios, mi Salvador, mi Santo! Jesús, el Hijo de Dios, ha despojado al enemigo de mi corazón; y ahora déjame, como este pobre Gadareno, sentarme a los pies de Jesús, envuelto en el manto de justicia de mi Señor, y en mi sano juicio. Sí, Señor, si, como la pobre mujer, enferma desde hace mucho tiempo o incluso como la hija del gobernante, muerta, Jesús puede y se recuperará. Él mismo dice: Yo soy la resurrección y la vida. El que vive y cree en mí, no morirá jamás. Amén,

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