No puedo dejar de suponer que aquí se trata de Elías, y no de Juan el Bautista. No presumo de decir tanto, pero me atrevo a pensarlo. Malaquías ya había declarado la venida de Juan el Bautista, como precursor del Señor, en los días de su carne; y por lo tanto no necesitó nota de admiración, diciendo: ¡he aquí! al hablar de él de nuevo. Además, el terrible día de Dios del que se habla aquí, como ardiendo como un horno, debería parecer referirse más al día del juicio que a la primera venida de Cristo, que siempre se llama buenas nuevas de buen y gran gozo para toda la gente.

Y como en la resurrección de Cristo, muchos santos se levantaron del sepulcro: ¿Por qué no se puede conmemorar así la segunda venida de Cristo? Agregue a esto, que como Elías no murió la muerte natural de todos los hombres, sino que fue llevado al cielo en un torbellino, ¿no es posible que cuando Cristo regrese a reinar en la tierra, Elías pueda estar entre los que reinarán con ¿él? Cuáles pueden ser los eventos de ese reinado sobre la tierra, presumo no decirlo; pero del libro de Apocalipsis, que describe en cierta medida la maravillosa historia, no veo objeciones a la idea de que aquí se refiere a Elías, y no a Juan el Bautista.

Ver Apocalipsis 20:1 todas partes. Sin embargo, le ruego al lector que reflexione bien sobre el tema y mire a Dios el Espíritu para que lo instruya. Solo añado en este Capítulo, y de hecho en todo el volumen del Antiguo Testamento en conjunto, que es algo notable que el cierre sea con la palabra maldición, como el Nuevo Testamento, en la palabra Evangelio, implica en su mismo título. en la inauguración, bendición.

Sin embargo, lector, si quería decir que de Cristo todo es una maldición, ciertamente es tan cierto como significativo. Y luego se seguirá igualmente que en Cristo todo es una bendición, que es una verdad gloriosa e incontestable. El Señor ha unido ambos Testamentos, para que mientras en uno leemos nuestra condenación, en el otro podamos, por la gracia, descubrir nuestra liberación; y como en Adán todos mueren, en Cristo todos serán vivificados. Amén y amén.

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