Mira, lector, en la representación típica de esta ley, qué amable provisión se hace para eliminar la inmundicia de nuestra naturaleza caída. Como las cenizas de la novilla señalaron la expiación y la justicia de JESÚS, así el agua corriente representaba los preciosos oficios del ESPÍRITU SANTO, en el lavamiento de la regeneración y la renovación de nuestras almas por su gracia; para que por su aplicación misericordiosa de la persona y los oficios del SEÑOR JESÚS, las almas puedan ser limpiadas a los ojos de DIOS y de nuestro PADRE.

¡Lector! no pase por alto en esta escritura, los oficios esenciales de ambos. Las cenizas no mezcladas con el agua corriente no se utilizaron ni pudieron ser eficaces. Tampoco los méritos de JESÚS operan en tu corazón ni en el mío, a menos que los aplique el ESPÍRITU SANTO. Tan vasta e infinitamente importante es la obra de DIOS sobre el alma, ya que es Él solo, quien debe tomar las cosas de JESÚS y mostrárnoslas.

Vea el propio relato del Redentor de su importante oficio y ministerio, en lo que ha dicho sobre su persona, sus oficios y su carácter. Juan 16:7 .

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