REFLEXIONES

¡UNA VEZ más, alma mía, contempla la bondadosa condescendencia de tu DIOS, al manifestar así la obra infinita de tu divino Redentor, sombreando los contornos de su gran salvación en continuo tipo y figura! todo lo que veo en las escrituras del Antiguo Testamento, en relación con los sacrificios y las ofrendas, señala el amor infinito del PADRE, al dar a su HIJO; y el amor infinito del HIJO, al venir como propiciación por el pecado de su pueblo.

Y ¡oh! Tú, siempre bendito, siempre precioso JESÚS, tú, que como la novilla roja, fuiste ofrecido sin mancha ni defecto a DIOS, por los pecados de tu pueblo, y sufriste fuera de la puerta, como la novilla fue designada; oh, permíteme, por las influencias de tu bendito ESPÍRITU, salir a ti fuera del campamento, llevando tu oprobio. Gracias a DIOS, que su pueblo está ahora sometido a esa suave dispensación de que, aunque todos estamos contaminados en nosotros mismos, tanto por la muerte de nuestros amigos como por el estado moribundo de nosotros mismos, en el SEÑOR JESÚS somos lavados, somos santificados, somos justificados, por el ESPÍRITU de nuestro DIOS.

Guíame para ver, oh SEÑOR, en cenizas consagradas, la eficacia incorruptible y eterna de la justicia de DIOS mi Salvador; y en el agua corriente, la preciosidad de esa gracia purificadora del ESPÍRITU SANTO, cuyos arroyos alegran la ciudad de nuestro DIOS. Que sea mi porción, así, ser limpiado diariamente de toda inmundicia de carne y espíritu, para que pueda perfeccionar la santidad en el temor de DIOS.

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