REFLEXIONES

¡MIRAD! alma mía, en la lectura de este Capítulo, con qué gracia el SEÑOR vela por su pueblo, en todas sus preocupaciones. ¿Y ahora está menos atento? ¿Se le ha acortado el brazo o le pesa la oreja? ¿No debe el pueblo de DIOS ser muy querido por DIOS, y no vela por ellos para bien, para guiarlos en todos sus caminos y guardarlos, para que nadie los lastime, día y noche?

Que el pueblo de DIOS aprenda de este Capítulo lo conveniente y apropiado que debe ser, como las hijas de Israel, estar unidos sólo a sus propias tribus. ¿Y no debería todo verdadero creyente en JESÚS estar muy atento en las relaciones cercanas y tiernas de la vida, y estar unido sólo a los que están unidos al SEÑOR? Si JESÚS cimenta la unión entre las almas, ciertamente los que están unidos a él formarán la unión más verdadera entre sí, porque los que están unidos al SEÑOR son un solo espíritu.

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