El corazón conoce su propia amargura; y el extraño no se entromete en su alegría. La casa de los impíos será destruida, pero el tabernáculo de los rectos florecerá. Hay camino que al hombre le parece recto, pero su fin son caminos de muerte. Incluso en la risa se entristece el corazón; y el final de esa alegría es tristeza. El descarriado de corazón se hartará de sus propios caminos, y el bueno se saciará de sí mismo.

Dios ha dicho esto, y el alma conoce la verdad de ello experimentalmente. Vea esa escritura, Jeremias 2:19

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