Un hombre falto de entendimiento se da la mano y se hace fiador en presencia de su amigo. El ama la transgresión, el que ama la contienda; el que ensalza su puerta, busca la perdición. El de corazón perverso no halla bien; y el de lengua perversa cae en el mal. El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra; y el padre del necio no tiene gozo. El corazón alegre hace bien como medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos.

El impío saca del seno una ofrenda para pervertir los caminos del juicio. La sabiduría está delante del que tiene entendimiento; pero los ojos del necio están en los confines de la tierra. El hijo necio es dolor para su padre y amargura para la que lo dio a luz. Tampoco es bueno castigar al justo, ni golpear a los príncipes por equidad. El que tiene conocimiento, ahorra sus palabras, y el entendido es de excelente espíritu. Aun el necio, cuando calla, es considerado sabio; y el que cierra los labios es estimado por hombre de entendimiento.

Es muy dulce observar en estos Proverbios el sorprendente contraste que el sabio está trazando perpetuamente entre la sabiduría que viene de arriba y la locura que viene de abajo. Y al poner así a ambos en sus diferentes matices de color, seguramente ha adoptado el método más eficaz de responder al plan de enseñanza, de tal manera que un proverbio está calculado para lograr al llevar la convicción a la mente de la bienaventuranza de uno. y la ruina segura del otro; y como dice en otra parte, mientras los sabios heredarán la gloria, la vergüenza debe ser la promoción de los necios. Proverbios 3:35 .

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