No temas el temor repentino, ni la desolación de los impíos, cuando venga. Porque el SEÑOR será tu confianza, Y guardará tu pie para que no sea apresado. No niegues el bien a quien es debido, cuando tuviese poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Ve y vuelve, y mañana te daré; cuando lo tengas a tu lado. No planees el mal contra tu prójimo, ya que él vive seguro junto a ti.

No luches con un hombre sin causa, si no te ha hecho daño. No envidies al opresor, ni elijas ninguno de sus caminos. Porque el perverso es abominación al SEÑOR, pero su secreto es con los justos. La maldición del SEÑOR está en la casa de los impíos, pero él bendice la morada de los justos. Ciertamente él se burla de los escarnecedores, pero da gracia a los humildes. El sabio heredará la gloria, pero la vergüenza será la promoción de los necios.

Aquí nuevamente, como antes, los benditos efectos prácticos de la piedad vital, aparecerán por las evidencias que aquí se exponen. Y la terminación de una vida de gracia y una vida de impiedad producirá invariablemente los diferentes estados aquí descritos.

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