REFLEXIONES.

¡LECTOR! prestemos atención a los varios temas muy interesantes que surgen de este capítulo, y leyéndolos con el dulce espíritu del Evangelio, al que se refieren claramente, por medio de la gracia los mejoraremos en gran medida.

En primer lugar, mientras que Salomón recomienda tanta atención a la ley como para no olvidarla nunca; Examinemos si la promesa de Dios Padre se ha cumplido en nuestra experiencia, y él ha puesto su ley en nuestras entrañas y la ha escrito en nuestro corazón. ¡Oh! la obra bendita de la regeneración, cuando se quita el corazón de piedra y se da el corazón de carne. Y cuando la espiritualidad de la ley de Dios se lee y se comprende de esta manera en el alma, se descubre que Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

A continuación, asegurémonos, lector, de tener tal confianza y tan bien fundamentada en la misericordia de Dios a través de Cristo, que entreguemos todo por el tiempo y la eternidad en sus manos omnipotentes; porque esto será honrarlo con toda nuestra sustancia y con las primicias de todo nuestro crecimiento.

Y como una tercera mejora de este capítulo, asegurémonos de que mientras miramos al Señor en todas sus providencias, nunca perdamos de vista su gobierno en todos sus castigos. No sentir la vara, o no suponer que el castigo es penoso, sería impropio; y no investigar las causas de la aflicción del Señor sería olvidar la mejora que se pretende obtener de ella; y no orar por la liberación de los problemas sería inadecuado para nuestras circunstancias.

Pero para bendecir a Dios por su atención al enviar la aflicción, para justificar al Señor en su designación, para reconocer que él es justo en todos sus caminos y santo en todas sus obras, y mientras el Señor corrige, nosotros nos unimos. cuanto más cerca de él; y apoyarse en sus promesas, cuando las cosas son más oscuras y desalentadoras; esto no será ni para despreciar su disciplina, ni para desmayar bajo la presión.

Por último y sobre todo, mientras que Salomón en este capítulo recomienda tan fervientemente, encontrar sabiduría y adquirir entendimiento; asegurémonos de que nada satisfaga nuestras almas excepto el conocimiento y la consecución de Cristo. Él es la sabiduría en verdad, que en posesión de debe hacer al alma verdaderamente feliz. En la constitución de su persona, la idoneidad y suficiencia total de su salvación; se dan a conocer sus oficios, carácter, relaciones, la multiforme sabiduría de Jehová.

¡Lector! Que el Señor el Espíritu lo imprima tanto en tu corazón como en el mío, para encontrar al que es verdadera y enfáticamente sabiduría él mismo y entonces entraremos en la plena comprensión de esas dulces escrituras, su mercadería es mejor que la mercadería de plata, y su ganancia más que el oro fino.

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