REFLEXIONES

¡Ahora, lector! ha pasado por esa parte de la historia de la Iglesia, desde el llamado de Abraham hasta el establecimiento de la Iglesia en Canaán, y ha visto cuán hermoso expone el amor y la misericordia del pacto de Dios: en Cristo; ¿Qué dices de tu interés personal en estas cosas? El comentario del apóstol Pablo sobre esta historia debe ser siempre lo más importante en nuestro recuerdo, cada vez que leemos este relato de la Iglesia.

Ahora bien, estas cosas, dice Pablo, fueron nuestros ejemplos. Por estos Dios el Espíritu Santo ahora está enseñando a la Iglesia. Y si un alma creyente así lee, y es así enseñada por Dios, como para ver su preocupación personal en el todo, como parte del cuerpo místico de Cristo, involuntariamente se unirá al himno de alabanza con el que comienza este Salmo, y clamará. Alabad a Jehová e invocad su nombre; Dad a conocer sus obras en el pueblo.

Pero principalmente, lector, permítanos que usted y yo veamos el amor del pacto de Dios en estas transacciones solemnes, y rastreemos su origen; en la fuente de toda misericordia, Dios en Cristo en su gran salvación. ¡Sí! Bendito Jesús, fuiste tú a quien Moisés tipificó, cuando, al llamado de Dios, vino a liberar a tu pueblo, tu escogido. Egipto, en esta hora, es todavía la servidumbre del alma, bajo la cual gime todo tu pueblo, hasta que con tu brazo poderoso los saques.

Y ¡oh! ¡Qué milagros de gracia haces para refutar a tus enemigos y animar a tus redimidos! Mientras conviertes el agua en sangre y alarmas a los enemigos de tu pueblo con muestras de tu disgusto para espantarlos, estás convirtiendo el corazón rocoso en un corazón de carne, y haces que una dispensación en el desierto florezca como una rosa, para dar de beber a tu corazón. pueblo, tu elegido. ¡Bendito Señor! así, alimenta mi alma a través de cada parte restante de mi peregrinaje, hasta que me saques de todo, a tu reino celestial, para regocijarme eternamente en tu gran salvación y cantar en las colinas eternas los triunfos de Jesús y de su Iglesia en él. Alabado sea el Señor. Amén.

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