El día del que se habla aquí, debería parecer, es el día glorioso del evangelio; al cual los ojos de los patriarcas y profetas miraban incansablemente, llamados en las Escrituras, El día del Mesías, El día de la venida del Señor. ¡Lector! si la misma perspectiva de ese día llenaba las almas de los fieles, antes de la venida de Cristo, con tal gozo, con qué éxtasis debiéramos acogerlo y celebrarlo tú y yo, en las ordenanzas, en los sábados y en todos los medios de gracia, que Jesús ha traído con este día de su venida.

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