Hay una gran singularidad en esta petición. Los hombres, en sus tratos entre sí, suplican, cuando piden perdón, o la delgadez de su ofensa, o que no se ha repetido, o que el ofensor no volverá a transgredir. Pero aquí la petición de misericordia se basa en la grandeza de la ofensa. ¿No es esto con la mirada puesta en Cristo? como si el pretendiente dijera: Señor, soy un gran pecador, pero Jesús es un mayor Salvador; por tanto, perdóname por él.

Lector, piense en los métodos que ha tomado el Señor para magnificar las riquezas de su gracia; y cuando los pecadores claman desde las profundidades del pecado hasta las profundidades de la misericordia divina, estos son estímulos benditos, en Jesús, para seguir adelante. Pero Lector, además de este punto de vista del tema, yo preguntaría: ¿No hay aquí un punto de vista de Cristo, quien, aunque en sí mismo no conoció el pecado, sin embargo, siendo la garantía del pecador, puede suponerse aquí que está invocando a Jehová?

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad