REFLEXIONES

¡PRECIOSO Jesús! cuán bendecido eres para tu pueblo en todo aspecto; ¡y en aquellos puntos de vista más eminentes en los que te contemplamos yendo ante tu iglesia, como nuestro gran Sumo Sacerdote y Representante en el servicio del santuario! Aquí nuestras almas te contemplarían sin cesar, como comprometiendo tu corazón a acercarse por nosotros ante Jehová, en las vastas empresas de nuestro Mediador. Te acercaste a Dios, como un Dios absoluto.

Tú te comprometiste personalmente a acercarte al trono de la santidad infinita y el poder infinito. Por la santidad de tu naturaleza fuiste hallado digno de acercarte sin un Mediador, porque no lo necesitabas, y Dios se declaró muy complacido por tu justicia. Y ahora, Señor; podemos acercarnos y acercarnos a ti ya través de ti. ¡Sí! Bendito, por siempre bendito sea tu nombre, tenemos acceso por un Espíritu al Padre a través de ti; y, teniendo tal Sumo Sacerdote sobre la casa de Dios, podemos acercarnos confiadamente al propiciatorio, para obtener misericordia y hallar gracia para ayudar en todo momento de necesidad.

¡Padre Santo! Ahora diría, oirás mi voz por la mañana; Miraré hacia arriba en ese querido y siempre precioso nombre, en quien nunca puede mirar hacia arriba en vano. Haré mención de Jesús. Hallaré confianza en su sangre y justicia; porque tú, Señor, lo bendecirás, y bendecirás a su pueblo en él, y defenderás a todos sus redimidos aquí, y los coronarás con gozo sin fin en el más allá, por su nombre y justicia. Amén.

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