REFLEXIONES

LECTOR, he aquí en este Salmo, los mejores y más fuertes argumentos para que la iglesia invoque en tiempos tristes, a saber, el gran nombre de Dios y la seguridad de su propio honor en la salvación por Jesús. Dejemos que los enemigos de la iglesia parezcan triunfar como puedan, con mano alta; y aunque con demasiada frecuencia obtienen el éxito de su causa de la indignidad y la rebelión del pueblo del Señor; sin embargo, su triunfo es breve y la caída de la iglesia no durará mucho; Dios será misericordioso por amor de su nombre y dará a conocer su gran poder.

El Señor respetará su pacto: Dios ha puesto a su pueblo en relaciones de pacto consigo mismo; ha recibido rescate por su liberación, de su glorioso Fiador; los ha comprometido para la salvación de ellos; y él lo cumplirá. ¡Oh! consideración preciosa, en medio de todos los faraones de la hora presente, y todos los restos de la corrupción que mora en nosotros, bajo los cuales gime el pueblo de Dios.

¡Precioso Señor Jesús! ¡Fuiste tú quien rompió en pedazos la cabeza de Leviatán! ¡Fuiste tú quien dividió el mar delante de tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso! ¡Fuiste tú quien proveyó a tu pueblo a través de toda la dispensación del desierto, al partir la dura roca y al secar las impetuosas aguas! ¡Oh! Haz ahora, bendito Jesús, todo lo que sea necesario para tus redimidos: porque tú eres el mismo Jesús ayer, hoy y siempre.

Derriba y atraviesa todo el poder del enemigo, y haz a tu pueblo más que vencedores, con tu gracia ayudándolos. Sé tú, Señor, el todo en todos para ellos en toda situación y circunstancia; porque entonces tus pobres y tus necesitados no se irán avergonzados, sino que cantarán alabanzas a tu nombre.

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