Es por la manera muy sorprendente en que se introduce este versículo, y la manera singular adoptada en sus palabras, que me aventuré a hacer las observaciones que hice al comienzo de este Salmo. Que el lector lo marque, y mientras lo encuentra escrito: Bienaventurado el hombre cuya fuerza está en ti; que pregunte, ¿de quién se puede decir esto plenamente, sin sombra de cambio, sino del bendito Jesús? En cuyo corazón, sino en el suyo, están los caminos de su pueblo. ¡Dulce pensamiento, ver a Cristo en todas las cosas teniendo la preeminencia!

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