• Eclesiastés 2:17

    Entonces aborrecí la vida porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; pues todo es vanidad y aflicción de espíritu.

  • Eclesiastés 2:18

    Asimismo, aborrecí todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí.

  • Eclesiastés 2:19

    ¿Y quién sabe si él será sabio o necio? Sin embargo, se enseñoreará de todo el duro trabajo con que me he afanado para hacerme sabio debajo del sol. También esto es vanidad.

  • Eclesiastés 2:20

    Por tanto, volví a desesperarme con respecto a todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol.

  • Eclesiastés 2:21

    Porque se da el caso del hombre que habiéndose afanado con sabiduría, con conocimiento y con talento, deja sus bienes a otro hombre que jamás se afanó en ello. También esto es vanidad y un mal grande.

  • Eclesiastés 2:22

    Porque, ¿qué logra el hombre de todo su duro trabajo y del conflicto de corazón con que se afana debajo del sol?

  • Eclesiastés 2:23

    Porque todos sus días no son sino dolores; y su tarea frustración. Ni aun de noche reposa su corazón. Esto también es vanidad.

  • Eclesiastés 2:24

    No hay, pues, mejor cosa para el hombre que comer y beber, y hacer que su alma vea lo bueno de su trabajo. Yo he visto que esto también proviene de la mano de Dios.

  • Eclesiastés 2:25

    Pues, ¿quién comerá y se regocijará separado de él?

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