• Jeremias 38:2

    — Así ha dicho el SEÑOR: “El que se quede en esta ciudad morirá por la espada, por el hambre o por la peste. Pero el que se rinda a los caldeos vivirá; su vida le será por botín, y vivirá.

  • Jeremias 38:3

    Así ha dicho el SEÑOR: Ciertamente esta ciudad será entregada en mano del ejército del rey de Babilonia, y la tomará”.

  • Jeremias 38:4

    Entonces los magistrados dijeron al rey: — ¡Que muera este hombre! Pues de esta manera, al hablarles tales palabras, desmoraliza a los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y a todo el pueblo. Porque este hombre no busca el bien de este pueblo, sino su mal.

  • Jeremias 38:5

    El rey Sedequías dijo: — He allí, él está en las manos de ustedes. Porque nada puede el rey contra ustedes.

  • Jeremias 38:6

    Entonces tomaron a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malquías hijo del rey, que estaba en el patio de la guardia. Y bajaron a Jeremías con sogas. En la cisterna no había agua, sino lodo; y Jeremías se hundió en el lodo.

  • Jeremias 38:7

    Ebedmelec el etíope, un funcionario que estaba en la casa del rey, se enteró de que habían metido a Jeremías en la cisterna. Y estando el rey sentado en la puerta de Benjamín,

  • Jeremias 38:8

    Ebedmelec salió de la casa del rey y habló al rey diciendo:

  • Jeremias 38:9

    — Oh mi señor el rey, estos hombres han actuado mal en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, a quien metieron en la cisterna. Allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad.

  • Jeremias 38:10

    Entonces el rey mandó al mismo Ebedmelec el etíope, diciendo: — Toma contigo treinta hombres de aquí y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera.

  • Jeremias 38:11

    Entonces Ebedmelec tomó consigo a los hombres y entró en la casa del rey, al lugar que estaba debajo del depósito del tesoro, y tomó de allí trapos raídos y trapos rasgados, y los bajó con sogas a Jeremías en la cisterna.

  • Jeremias 38:12

    Y Ebedmelec el etíope dijo a Jeremías: — Pon estos trapos raídos y rasgados en tus axilas, bajo tus brazos, debajo de las sogas. Así lo hizo Jeremías.

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