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¿Acaso no llama la sabiduría y alza su voz el entendimiento? 
             
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Sobre los lugares prominentes junto al camino, en las encrucijadas de las rutas se pone de pie.
             
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Junto a las puertas, ante la ciudad, en el acceso a las entradas da voces:
             
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“¡Oh hombres, a ustedes llamo! Mi voz se dirige a los hijos del hombre.
             
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Entiendan, ingenuos, la sagacidad; y ustedes, necios, dispongan el corazón.
             
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Escuchen, porque hablaré cosas excelentes y abriré mis labios para decir cosas rectas.
             
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Porque mi boca hablará la verdad y mis labios abominan la impiedad.
             
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Justas son todas las palabras de mi boca; no hay en ellas cosa torcida ni perversa.
             
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Todas ellas son correctas al que entiende, y rectas a los que han hallado el conocimiento.
             
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Reciban mi corrección antes que la plata, y el conocimiento antes que el oro escogido.
             
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Porque la sabiduría es mejor que las perlas; nada de lo que desees podrá compararse con ella.
             
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“Yo, la sabiduría, habito con la sagacidad, y me hallo con el conocimiento de la discreción.
             
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El temor del SEÑOR es aborrecer el mal. Aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa.
             
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Míos son el consejo y la eficiente sabiduría; mía es la inteligencia, y mía la valentía.
             
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Por mí reinan los reyes, y los magistrados administran justicia.
             
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Por mí gobiernan los gobernantes, y los nobles juzgan la tierra.
             
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Yo amo a los que me aman, y me hallan los que con diligencia me buscan.
             
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Conmigo están las riquezas y la honra, los bienes duraderos y la justicia.
             
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Mejor es mi fruto que el oro, que el oro fino; mis resultados son mejores que la plata escogida.
             
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Camino por la senda de la justicia, por los senderos del derecho;
             
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para hacer que los que me aman hereden un patrimonio, y para que yo colme sus tesoros.