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                La sabiduría edifica su casa, labra sus siete columnas, 
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                mata sus animales, mezcla su vino y pone su mesa. 
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                Envía a sus criadas y llama desde lo más alto de la ciudad: 
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                “¡Si alguno es ingenuo, que venga acá!”. Y a los faltos de entendimiento dice: 
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                “Vengan, coman mi pan y beban mi vino que yo he mezclado. 
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                Dejen la ingenuidad y vivan; pongan sus pies en el camino de la inteligencia”. 
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                El que corrige al burlador se acarrea vergüenza, y el que reprende al impío se acarrea afrenta. 
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                No reprendas al burlador porque te aborrecerá; corrige al sabio y te amará. 
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                Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo y aumentará su saber. 
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                El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. 
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                Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida te serán añadidos. 
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                Si eres sabio, para ti lo serás; pero si eres burlador, sufrirás tú solo.  
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                La mujer necia es alborotadora; es libertina y no conoce la vergüenza. 
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                Ella se sienta en una silla a la puerta de su casa, en lo alto de la ciudad, 
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                para llamar a los que pasan por el camino, a los que van directo por sus sendas: 
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                “¡Si alguno es ingenuo, que venga acá!”. Y a los faltos de entendimiento dice: 
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                “Las aguas hurtadas son dulces y el pan comido en oculto es delicioso”. 
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                No saben ellos que allí están los muertos, que sus invitados están en lo profundo del Seol.