• Santiago 3:2

    porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabra, este es hombre cabal, capaz también de frenar al cuerpo entero.

  • Santiago 3:3

    He aquí, ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan y dirigimos también su cuerpo entero.

  • Santiago 3:4

    Consideren también los barcos: Aunque son tan grandes y son llevados por impetuosos vientos, son dirigidos con un timón muy pequeño a dondequiera según el antojo del que los conduce.

  • Santiago 3:5

    Así también la lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. ¡Miren cómo un fuego tan pequeño incendia un bosque tan grande!

  • Santiago 3:6

    Y la lengua es un fuego; es un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros y es la que contamina el cuerpo entero. Prende fuego al curso de nuestra vida y es inflamada por el infierno.

  • Santiago 3:7

    Pues fieras y aves, reptiles y criaturas marinas de toda clase pueden ser domadas, y han sido domadas, por el ser humano.

  • Santiago 3:8

    Pero ningún hombre puede domar su lengua; porque es un mal incontrolable, lleno de veneno mortal.

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