• 1 Tesalonicenses 2:3

    Pues nuestra exhortación no procedía de error ni de motivos impuros ni fue con engaño.

  • 1 Tesalonicenses 2:4

    Más bien, según fuimos aprobados por Dios para ser encomendados con el evangelio, así hablamos; no como quienes buscan agradar a los hombres sino a Dios quien examina nuestro corazón.

  • 1 Tesalonicenses 2:5

    Porque, como saben, nunca usamos palabras lisonjeras ni tampoco palabras como pretexto para la avaricia; Dios es testigo.

  • 1 Tesalonicenses 2:6

    Tampoco buscamos gloria de parte de los hombres, ni de ustedes ni de otros; aunque podríamos haberles sido carga como apóstoles de Cristo.

  • 1 Tesalonicenses 2:7

    Más bien, entre ustedes fuimos tiernos, como la nodriza que cría y cuida a sus propios hijos.

  • 1 Tesalonicenses 2:8

    Tanto es nuestro cariño para ustedes que nos parecía bien entregarles no solo el evangelio de Dios sino también nuestra propia vida, porque habían llegado a sernos muy amados.

  • 1 Tesalonicenses 2:9

    Porque se acuerdan, hermanos, de nuestro arduo trabajo y fatiga; que trabajando de día y de noche para no ser gravosos a ninguno de ustedes les predicamos el evangelio de Dios.

  • 1 Tesalonicenses 2:10

    Ustedes son testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente actuamos entre ustedes los creyentes.

  • 1 Tesalonicenses 2:11

    En esto saben que fuimos para cada uno de ustedes como el padre para sus propios hijos: Les exhortábamos, les animábamos

  • 1 Tesalonicenses 2:12

    y les insistíamos en que anduvieran como es digno de Dios, que los llama a su propio reino y gloria.

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