• 1 Tesalonicenses 2:3

    Pues nuestra exhortación no procedía de error ni de motivos impuros ni fue con engaño.

  • 1 Tesalonicenses 2:4

    Más bien, según fuimos aprobados por Dios para ser encomendados con el evangelio, así hablamos; no como quienes buscan agradar a los hombres sino a Dios quien examina nuestro corazón.

  • 1 Tesalonicenses 2:5

    Porque, como saben, nunca usamos palabras lisonjeras ni tampoco palabras como pretexto para la avaricia; Dios es testigo.

  • 1 Tesalonicenses 2:6

    Tampoco buscamos gloria de parte de los hombres, ni de ustedes ni de otros; aunque podríamos haberles sido carga como apóstoles de Cristo.

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