Y el filisteo dijo: Desafío hoy a los ejércitos de Israel; dame un hombre, para que podamos luchar juntos.

Desafío a los ejércitos de Israel... dadme un hombre para que luchemos juntos. En los casos de combate singular, un guerrero solía salir al frente de su partida y, avanzando hacia las filas opuestas, desafiaba a alguien a pelear con él. Si su formidable apariencia, o su gran reputación de fuerza física y heroísmo disuadían a alguno de aceptar el desafío, solía desfilar a la vista de las líneas enemigas, hablar en voz alta, con jactancia y bravuconería, desafiándolos, y vertiendo torrentes de insultos e insolencias para provocar su resentimiento.

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