Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y escudo; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado

Dijo David al filisteo. Cuando dos campeones se encontraban, generalmente pronunciaban un discurso para cada uno de ellos, y a veces recitaban algunos versos, llenos de alusiones y epítetos de la clase más oprobiosa, y lanzándose desprecio y desafío el uno al otro (como en la 'Ilíada' de Homero, 1:, 4; también 23:, 21). Este tipo de diálogo abusivo todavía es común entre los combatientes árabes.

El discurso de David, sin embargo, presenta un sorprendente contraste con la tensión habitual de esas invectivas. Estaba lleno de confianza piadosa; y a Dios atribuía toda la gloria del triunfo que esperaba.

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