Y él le dijo: He aquí ahora, hay en esta ciudad un varón de Dios, y él es un hombre honorable; todo lo que él dice ciertamente sucederá: ahora, vayamos allá; por ventura puede mostrarnos el camino que debemos seguir.

Entonces está en esta ciudad un hombre de Dios. Ramá era la residencia habitual de Samuel; pero varias circunstancias, especialmente la mención del sepulcro de Raquel, que se encontraba en el camino de regreso a casa de Saúl, llevan a la conclusión de que "esta ciudad" no era la Ramá donde habitaba Samuel.

Quizá él pueda mostrarnos el camino que debemos seguir. Parece extraño que un profeta digno deba ser consultado en tal asunto. Pero es probable que en la introducción del oficio profético los videntes hubieran descubierto cosas perdidas o robadas, y así se estableció gradualmente su poder para mayores revelaciones.

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