Y cuando comenzaron a cantar y alabar, el SEÑOR puso emboscadas contra los hijos de Amón, Moab y el monte Seir, que habían venido contra Judá; y fueron heridos.

Cuando comenzaron a cantar y alabar, el Señor les tendió emboscadas. Algunos piensan que esto fue hecho por ángeles en forma humana, cuya aparición repentina difundió un pánico incontrolable; otros abrigan la opinión más probable de que, en el campo de esta vasta horda, compuesta de diferentes tribus, habían surgido celos y animosidades, lo que condujo a disensiones generalizadas y feroces enemistades, en las que desenvainaron la espada unos contra otros.

La consecuencia fue que, como comenzó la lucha mutua cuando la procesión hebrea partió de Jerusalén, la obra de destrucción se completó antes de que Josafat y su pueblo llegaran al campo de batalla. Así de fácil es para Dios hacer que la ira del hombre lo alabe, confunda los consejos de sus enemigos y emplee sus propias pasiones para derrotar las maquinaciones que han ideado para derribar a su Iglesia y su pueblo.

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