Y dijo: Oh SEÑOR, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos? ¿Y tú no tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? y en tu mano no hay poder y fuerza, de modo que nadie te pueda hacer frente?

Y dijo: Señor Dios de nuestros padres. Esta oración ferviente e impresionante abarca todos los temas y argumentos que, como rey y representante del pueblo elegido, podría impulsar; y luego concluye con un ferviente llamado a la justicia de Dios para que proteja a aquellos que, sin provocación, fueron atacados y que no pudieron defenderse de un número abrumador.

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