Pero cuando uno de ellos estaba talando una viga, la cabeza del hacha cayó al agua; y él gritó y dijo: ¡Ay, amo! porque era prestada.

Fue prestada: literalmente, mendigada. La angustia del erudito se debía a que el hacha le había sido prestada y, debido a su pobreza, no podía conseguir otra.

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