Es Dios el que se venga de mí, y el que derriba al pueblo bajo mi mando,

Es Dios el que me vengó y derribó al pueblo bajo mi mando. La referencia es a Saúl y a otros enemigos malignos, sobre los que no ejecutó la venganza él mismo, sino que se la dejó a Aquel a quien pertenece la venganza. Dios había efectuado ese resultado, y David lo reconoce aquí con gratitud y alegría, no como gratificado por el castigo infligido como a sus enemigos personales, sino a los enemigos de Dios, a través de su gratificación por el castigo infligido como a sus enemigos personales, sino a los enemigos de Dios, a través de su instrumentalidad.

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