Sí, aborrecí todo mi trabajo que he tomado debajo del sol, porque debo dejarlo al hombre que vendrá después de mí.

Aborrecí todo mi trabajo... porque debo dejarlo al hombre que vendrá después de mí. ¿Y quién sabe si será sabio o necio? Una sola esperanza le quedaba al mundano decepcionado, la perpetuación de su nombre y riquezas, laboriosamente reunidas, a través de su sucesor. Porque el egoísmo está principalmente en la raíz de la supuesta providencia de los padres mundanos para con sus hijos.

Pero ahora el recuerdo de cómo él mismo, el piadosamente criado hijo de David, había desoído el cargo de muerte de su padre, sugirió las tristes dudas sobre lo que Roboam, su hijo de una amonita idólatra, Naama, debería llegar a ser: un presentimiento demasiado realizado ( 1 Reyes 12:1 ;).

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