Ahora, pues, te ruego que si he hallado gracia ante tus ojos, me muestres ahora tu camino, para que te conozca y encuentre gracia ante tus ojos; y considera que esta nación es tu pueblo.

Muéstrame ahora tu camino,  es decir, el modo en que pretendes proceder con tu pueblo; la forma en que cumplirás tu promesa, y el curso por el cual, en subordinación a tus propósitos, he de conducir a tu pueblo a la tierra prometida.

Para que te conozca, es decir, para que esté plenamente instruido en cuanto a tu mente y voluntad, y tenga una cómoda seguridad de mi reconciliación y de tu bondadosa presencia con tu pueblo elegido.

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