En cada cabeza de camino edificaste tu lugar alto, e hiciste abominable tu hermosura, y abriste tus pies a todos los que pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones.

Has edificado tu lugar alto en cada cabeza de camino, en los lugares más frecuentados, como una ramera.

Hiciste abominación tu hermosura, y a todos abriste tus pies. Los avances desenfrenados fueron todos por parte de Israel; las naciones idólatras no le dieron nada a cambio. Había cedido tanto que, como una prostituta agotada, sus tentadores se cansaron de ella. Cuando la Iglesia rebaja su testimonio de Dios a los gustos carnales del mundo, con miras a la conciliación, pierde todo y no gana nada.

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