Para que les falte el pan y el agua, y se asombren unos de otros, y se consuman por su iniquidad. Para que ... se asombren unos de otros - se miren mutuamente con asombro - es decir, con la mirada estupefacta de la desesperada necesidad.

Observaciones:

(1) Ezequiel, mediante una vívida representación, describió proféticamente el próximo asedio de Jerusalén y el muro de separación que Dios había colocado entre Él y el pueblo que en otro tiempo había estado tan estrechamente unido a Él ( Ezequiel 4:1 ). La iniquidad y la apostasía se interponen entre un pueblo y su Dios de modo que, en vez de rodearlo con su favor como con un escudo, lo entrega a ser cercado por sus enemigos. Seamos advertidos por la "señal" que es para nosotros la casa de Israel, para que sepamos que la fidelidad a nuestro Dios es el único camino de seguridad y de paz.

(2) El profeta también cargó simbólicamente con la iniquidad de Israel y Judá durante los respectivos tiempos señalados para ambos  ( Ezequiel 4:4 ). La severa y prolongada disciplina del castigo fue diseñada para su bien al final, Dios teniendo misericordia reservada para su antiguo pueblo en su último fin, cuando Él primero ha suplicado a fondo con ellos en "el desierto de los pueblos". Del mismo modo, Dios "cargó en Cristo el pecado de todos nosotros"; pero en el caso de aquellos que tienen un interés salvador y duradero en la expiación del gran Portador del Pecado, Dios considera apropiado someterlos a una disciplina de castigo, para que sean hechos partícipes de su santidad y herederos de su bienaventuranza al fin.

(3) La larga estancia de Israel entre los gentiles, en medio de las contaminaciones paganas, y esto con hambre, sed y carencia de todas las cosas, está representada por Ezequiel viviendo con una dieta muy tosca y escasa; su pan, además, estaba cocido con estiércol ( Ezequiel 4:9 ). También se presagia el hambre durante el sitio de Jerusalén. Tales son los males que engendra el pecado. Cuando el pueblo de Dios, en alma y espíritu, se haya asimilado al pueblo del mundo impío, en justa retribución se ha dispuesto que la condición externa del primero también descienda al mismo bajo nivel del segundo. Nada, excepto un estrecho y consistente caminar con Dios, puede elevarnos inequívocamente a una sublime elevación por encima del mundo.

(4) Ezequiel se preocupó más de que se le exigiera comer lo que ofendía su conciencia, que de que se le exigiera comer lo que no era agradable a su paladar. Procuremos siempre tener este testimonio de nuestra conciencia, de que en todo, aun en las cosas más pequeñas, nuestro deseo es andar religiosamente delante de Dios y delante de los hombres.

(5) En la abundancia de nuestros alimentos, e incluso de lujos, somos demasiado propensos a olvidar las miserias de las que estamos exentos, y a las que están expuestos otros que no tienen provisiones suficientes. Que Dios nos conceda, además de sus innumerables dones, un corazón verdaderamente agradecido.

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