Y los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a Hamor su padre con engaño, y dijeron, porque él había contaminado a Dina su hermana:

Los hijos de Jacob respondieron... con engaño. Muchos escritores han tomado la palabra "respondieron", hablaron, como significando, 'tramaron, pusieron trampas'. Gesenius, que antes apoyaba este punto de vista, en ediciones posteriores se retractó, y sostuvo el sentido natural, 'habló con engaño'. El honor de su familia consistía en tener el signo de la alianza. La circuncisión era el rito externo por el cual las personas eran admitidas como miembros de la Iglesia antigua.

Pero aunque ese rito externo no podía convertir a los siquemitas en verdaderos israelitas, no parece que los hijos de Jacob exigieran nada más. No se dice nada de que les enseñaran a adorar al verdadero Dios, sino sólo que insistieran en que los siquemitas se circuncidaran; y es evidente que no buscaban convertir a Siquem, sino que sólo hacían una demostración de religión, un manto para cubrir su diabólico designio.

La hipocresía y el engaño, en todos los casos viciosos, lo son infinitamente más cuando van acompañados de una apariencia de religión; y aquí los hijos de Jacob, bajo el pretexto de escrúpulos de conciencia, ocultan un plan de traición tan cruel y diabólico como quizás jamás se haya perpetrado.

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