Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.

Tus pecados han hecho ocultar (su) rostro de ti, Hebreo, han hecho que El oculte su rostro de ti. El terrible cuadro que se da aquí de sus iniquidades, que los separaba de Dios, es particularmente aplicable al período que precedió inmediatamente a la destrucción de su estado por Roma.

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