Un cesto tenía higos muy buenos, como los primeros maduros; y el otro cesto tenía higos muy malos, que no se podían comer de tan malos que estaban.

Los primeros higos maduros - el boccora, o higo temprano (nota). Se solían ofrecer cestas de higos como primicias en el templo. Los higos buenos representan a Jeconías y a los exiliados en Babilonia; los malos, a Sedequías y a los judíos obstinados en Judea. Se les llama buenos y malos respectivamente, no en un sentido absoluto, sino comparativo, y en referencia al castigo de los últimos. Esta profecía estaba destinada a animar a los desesperados exiliados y a reprender al pueblo de su patria, que se enorgullecía de ser superior a los de Babilonia y abusaba de la paciencia de Dios (véase el cumplimiento de la profecía).

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