Por esto, vístanse de cilicio, lloren y aullen, porque el furor de la ira del SEÑOR no se ha apartado de nosotros.

A los judíos no les queda nada más que lamentar su condición desesperada. La ira del Señor no se detiene - (“Con todo esto, su ira no ha cesado, sino que su mano aún está extendida”).

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