En los postreros días haré volver la cautividad de Moab, dice Jehová. Hasta aquí el juicio de Moab.

Y haré volver la cautividad de Moab - restauración prometida a Moab por causa del justo Lot, su progenitor. Compárese la misma promesa de restauración para Egipto, Amón, Elam, . Se trata de bendiciones evangélicas, temporales y espirituales, para los gentiles en los últimos días.

Observaciones:

(1) Cuando el juicio había comenzado con Israel, la casa de Dios, era seguro que pronto visitaría a Moab, el enemigo pagano de Dios y de su pueblo. 

(2) Moab confiaba en sus "fortalezas" (nota) y en sus fortalezas de rocas estupendas como garantía de su seguridad; pero, lejos de que éstas la salvaran, fueron la ocasión de que Dios la entregara a la destrucción, porque "confiaba en sus obras y en sus tesoros", en vez de volverse humildemente al Dios de Israel. Todas las confidencias de las criaturas provocan los celos del Creador, único y verdadero objeto de la confianza; y tan lejos están de salvar al pecador, que en realidad hacen caer sobre él los juicios de Dios.

(3) Moab pudo salvarse huyendo de sus ciudades al desierto solitario; pero ¿adónde huirán los pecadores no perdonados para ponerse a salvo de la venganza divina en el día del juicio? No hay "alas" que puedan alejarlos del alcance de Aquel de quien David dice: "Si tomare las alas del alba, y habitare en los confines del mar, allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra"  ( Salmo 139:9 ).

 (4) Tan completa es la venganza que ha de ejecutarse sobre Moab, que se pronuncia una maldición sobre cualquier agente empleado por Dios que no cumpla su obra de castigarla a fondo; al igual que Saúl fue privado de su reino por no haber cumplido al pie de la letra el mandato de Dios de destruir totalmente a los amalecitas (1 Sam... 15);y también como Acab fue condenado a juicio por haber "dejado ir de su mano a un hombre (el rey sirio) a quien Dios había destinado a la destrucción total", siendo su vida puesta por Dios a cambio de la vida perdonada del rey sirio, y el pueblo de Acab a cambio del pueblo del rey sirio. El mismo principio se aplica en general a todos los que ejercen funciones sagradas. "Maldito el que hiciere la obra del Señor con engaño" o "negligencia". El Señor no será servido a medias; Él exige obediencia de todo corazón. Como Caleb, quien quiera ser Su siervo debe seguirle "plenamente". No debe escatimar ninguna lujuria que Dios condena en sí mismo, o en aquellos sobre los cuales es puesto por la Providencia de Dios. Sobre todo, el ministro fiel no debe "manejar la Palabra de Dios engañosamente, sino que, mediante la manifestación de la verdad, debe recomendarse a la conciencia de todo hombre a los ojos de Dios".

(5) El orgullo de Moab acerca de su fuerza se había debido en gran medida al largo curso de facilidad y prosperidad sin perturbaciones que había disfrutado. Así como el vino que se deja largo tiempo en la misma posición, para que se asiente sobre sus propias lías, conserva su sabor pleno y delicado, que perdería al ser vertido de vasija en vasija, así la carnalidad, la sensualidad y el orgullo son a menudo fomentados por la prosperidad no santificada. El Salmista bien ha dicho, "Porque no tienen cambios, por eso no temen a Dios". Donde no hay cambios en las circunstancias externas del pecador floreciente, es probable que él mismo permanezca interiormente sin cambios. Pero los cambios, aunque a veces tardan en llegar, es seguro que vendrán al fin. Tarde o temprano Dios enviará sus instrumentos designados para "vaciar" a todos los que están llenos de sí mismos. La prosperidad y los goces terrenales cubrirán al fin con la "vergüenza" del desengaño a los que han hecho de ellos "su confianza". Entonces el "poder" y la "fuerza" de que se jactan los hombres, como la de Moab en el día de su prueba, resultarán ser debilidad absoluta.

(6) El pecado de Moab que provocó especialmente el desagrado de Dios fue que "se engrandeció contra Jehová". La gran obra de Dios en el gobierno moral del mundo es glorificarse exaltando a los humildes y abatiendo a los "soberbios". Especialmente castiga con la misma moneda a los que hacen de su pueblo una "burla" y se regocijan de sus calamidades. Es propio de un espíritu alejado de Dios complacerse en las desgracias ajenas, y particularmente en las de los hijos de Dios. Por muy culpables que éstos sean con respecto a Dios, que por eso los castiga, los mundanos no tienen motivo para enorgullecerse de su caída; porque "si el juicio comienza por la casa de Dios, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al Evangelio de Dios? y si el justo apenas se salva, ¿dónde aparecerán el impío y el pecador?"  ( 1 Pedro 4:18 ) El orgullo, la arrogancia y la altivez de los hombres "no lograrán" los elevados objetivos que contemplan (). Al contrario, su torre de Babel de orgullo caerá, y abrumará a sus constructores en sus ruinas. Así como "se burlaron" del pueblo de Dios, así "el Señor los tendrá en escarnio eterno". 


(7) Cuán maravillosas son las inescrutables riquezas de la misericordia de Dios, que, después de tan temibles amenazas de juicio sobre Moab, siga una promesa de gracia aun para el culpable Moab "en los postreros días". Bajo el Mesías, la "Luz para alumbrar a los gentiles", incluso los descendientes de la condenada Moab, mucho después de que su existencia nacional hubiera cesado, son trasladados del cautiverio del pecado, las tinieblas y la muerte, a la libertad de la luz, la vida y la santidad del Evangelio. Por amor del justo Lot, Dios, que guarda misericordia a millares de los que le aman (), tiene reservada la liberación y la paz para Moab en su postrer fin. Aprendamos, a partir de este anuncio profético de los tratos de Dios con Moab, a adorar el infinito amor de nuestro Dios guardador del pacto, mientras temblamos ante Sus juicios y tememos Su santo nombre. Procuremos no ser lo que Moab fue una vez, "un vaso en el que no hay placer", sino "un vaso de misericordia... ¡preparado para la gloria!"

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad