Luego vinieron los oficiales a los principales sacerdotes y fariseos; y ellos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído?

Entonces vinieron los alguaciles a los principales sacerdotes y fariseos , que los habían enviado para prenderlo, y quién parecería de la secuela haber estado sentado en el Consejo cuando regresaron los oficiales.

Y ellos les dijeron: ¿Por qué no lo habéis traído? - ya sedientos de su Víctima, y ​​pensando que es cosa fácil agarrarla y traerla.

Los oficiales respondieron: Jamás habló hombre alguno como este hombre - ¡Noble testimonio de hombres cándidos! Sin duda desconocían la profunda intención de las enseñanzas de Cristo, pero había algo en ellas que, por su misteriosa grandeza y su transparente pureza y gracia, los cautivaba. Sin duda fue de Dios que sintieran de esa manera, que su brazo pudiera quedar paralizado, ya que la "hora de Cristo no había llegado"; pero incluso en la enseñanza humana se ha sentido a veces tal poder divino, que los hombres que vinieron a matar al orador han confesado a todos que no estaban dotados.

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