Y será que todo lo que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando yo vuelva en paz de los hijos de Amón, será ciertamente de Jehová, y lo ofreceré en holocausto.

Todo lo que sale de las puertas de mi casa para recibirme. Evidentemente, esto no apunta a un animal, porque podría haber sido un perro, el cual, siendo inmundo, no era apto para ser ofrecido; sino a una persona: y parece extremadamente como si él, desde el principio, contemplara un sacrificio humano. Criado como había sido, más allá del Jordán, donde las tribus israelitas, lejos del tabernáculo, eran más laxas en sus sentimientos religiosos, y viviendo últimamente en las fronteras de un país pagano donde tales sacrificios eran comunes, no es imposible que pueda han sido tan ignorantes como para imaginar que una inmolación similar sería aceptable para Dios.

Su mente, absorta con la perspectiva de una competencia, de la cual dependía el destino de su país, podría, por la influencia de la superstición, considerar la dedicación del objeto más querido para él como el más probable para asegurar el éxito.

Será ciertamente del Señor, y (o) lo ofreceré en holocausto. La adopción de esta última partícula, que muchos intérpretes sugieren, introduce la importante alternativa de que, si se tratara de una persona, la dedicación se haría al servicio del santuario; si se tratara de un animal o cosa, se ofrecería en el altar.

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