Y Manoa se levantó y fue tras su mujer, y acercándose al hombre, le dijo: ¿Eres tú el hombre que hablaba con la mujer? Y él dijo, lo soy.

¿Eres tú el hombre que habló a la mujer? El intenso deseo de Manoa de que se repitiera la visita del ángel no fue motivado por dudas o ansiedades de ningún tipo, sino que fue fruto de una fe viva y de su gran ansiedad por seguir las instrucciones dadas. 'Bienaventurado el que no vio y creyó.'

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