Cuando nazca un buey, una oveja o una cabra, estará siete días bajo la presa, y a partir del octavo día se aceptará como ofrenda encendida a Jehová.

Estará siete días bajo la presa. Los animales no se consideraban perfectos ni buenos para comer hasta el octavo día. Puesto que los sacrificios son llamados el pan o el alimento de Dios ( Levítico 22:25 ) ofrecerlos inmediatamente después del nacimiento, cuando no eran aptos para ser comidos, habría indicado un desprecio a la religión; y, además, esta prohibición, así como la contenida en el versículo siguiente, inculcaba una lección de humanidad o ternura a la presa, así como aseguraba los sacrificios de toda apariencia de crueldad insensible.

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