Y clamó, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí.

Y clamó, diciendo: Jesús, hijo de David, es decir: Tú prometiste al Mesías. Que este era el sentido entendido de la frase es evidente por la aclamación con que la multitud lo saludó en su entrada triunfal en Jerusalén (; ver también).

¡Ten piedad de mi!

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