Y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Vea la nota en. Hemos dicho que cada una de estas dos parábolas presenta la misma verdad bajo una ligera diversidad de aspectos. ¿Qué es esa diversidad? Primero, los malos, en la parábola anterior, son representados como vil semilla sembrada entre el trigo por el enemigo de las almas; en el segundo, como pez asqueroso sacado del gran mar de los hombres por la misma red del Evangelio.

Ambas son verdades importantes: que el Evangelio atrae dentro de su ámbito, y dentro de la comunión de la Iglesia visible, multitudes que son cristianas sólo de nombre; y que el daño así hecho a la Iglesia en la tierra debe atribuirse al maligno. Pero además, mientras que la primera parábola da mayor prominencia a la presente mezcla de buenos y malos, en la segunda, la prominencia se da a la futura separación de las dos clases.

Comentarios sobre ( Mateo 13:24 ; Mateo 13:36 ) ;- SEGUNDA Y SÉPTIMA PARÁBOLAS, EL TRIGO Y LA CIZAÑA, Y EL PESCADO BUENO Y MALO

(1) Estas dos parábolas enseñan claramente la vanidad de esperar una Iglesia perfectamente pura en el estado actual, o antes de que venga Cristo. En la última parábola, es la misma red del Evangelio la que recoge tanto a los malos como a los buenos; y como es por este lazo que obtienen y mantienen su conexión con la Iglesia, no podemos esperar lanzar esa red como para atraer sólo el bien. Pero, por otra parte, como la presencia de la cizaña entre el trigo, en la parábola anterior, se atribuye al enemigo de la Iglesia y de su Señor, se sigue que, en la medida en que fomentamos la entrada de los mismos en la comunión de la Iglesia, hacemos la obra del diablo. Así, esta parábola anima tan poco a la laxitud como a un purismo utópico en la disciplina de la iglesia.

(2) Cuando los siervos, en la parábola anterior, piden libertad para arrancar la cizaña, para que el crecimiento del trigo no se vea afectado por su presencia, y se les niega la libertad, ¿no reprende esto la intolerancia en la religión, pretendiendo de purgar la herejía?

(3) ¡Cuán grandiosa es la visión dada aquí por el Gran Predicador de Su propia majestad, como señala Bengala! El campo del mundo en el que se arroja la semilla del reino es "su campo"; los ángeles que hacen la obra de separación al final del mundo son "Sus ángeles"; y como es "el Hijo del hombre quien los envía", así al "recoger de su reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen iniquidad", no hacen más que obedecer sus mandamientos.

(4) La Escritura en ninguna parte mantiene la expectativa de un milenio en el que no habrá más que hombres regenerados en la tierra, en carne y hueso, o, en el lenguaje de nuestra parábola, en el que la tierra será un campo de trigo sin cizaña. De esto parece deducirse que no hay más que dos grandes etapas de la humanidad bajo el Evangelio: el estado mixto actual y la condición futura, final, absolutamente sin mezcla; la era milenaria no es, en ese caso, más que una continuación de la condición actual, muy superior, por cierto, y con mucha menos mezcla que la que vemos ahora, pero no esencialmente diferente de ella, y por lo tanto, no tiene lugar en absoluto en esta parábola. El lugar apropiado del milenio, en estas parábolas, está en el siguiente par.

(5) Aquellos que hablan tanto de "la mansedumbre y la mansedumbre de Cristo", como si ese fuera el único rasgo de su carácter, ¿acaso ponen su sello en las agudas líneas de su enseñanza en estas dos parábolas, sobre el tema de la la cizaña como "los hijos del maligno", y "el enemigo que la siembra" siendo "el diablo"; en cuanto al "horno de fuego" preparado para ellos, el "echarlos" o "arrojarlos" en el horno, que ese manso Cordero de Dios demandará de Sus ángeles, y el "llanto y crujir de dientes" en el cual este ¿terminará? Oh, si los hombres lo supieran, es solo la mansedumbre del Cordero lo que explica la eventual "ira del Cordero".

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