El alma del perezoso codicia, y nada tiene; mas el alma de los diligentes será engordada.

El alma del perezoso (hebreo, el alma de él, el perezoso) desea, y (tiene) nada; pero el alma de los diligentes será engordada. El perezoso desea la abundancia, y no hace nada más: no hace ningún esfuerzo diligente para realizar su deseo. Cuando se deja a un lado el trabajo, se sueltan los deseos; pero son refrenados por el trabajo (cf.).

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