El escarnecedor busca la sabiduría, y no la halla; mas la ciencia es fácil para el que la entiende.

El escarnecedor busca la sabiduría, y (la encuentra) no: mas la ciencia (es) fácil (hebreo, cosa fácil) para el que la entiende. El escarnecedor no la halla, porque no la busca con diligencia y seriedad, y con deseo de piedad, sino que como el profano Esaú buscó la bendición: ni la busca con el fin de obedecer la voluntad de Dios ( porque si lo hiciera, Dios le enseñaría,), sino para obtener la sanción de Dios por satisfacer sus propios deseos ( Jeremias 42:1 ; Ezequiel 20:1 ), y para entretener su mente con la elocuencia de los ministros de Dios.

Tampoco busca en el momento oportuno, o el día de gracia, sino sólo cuando los peligros son inminentes. Se burló de la sabiduría de los piadosos cuando podría haberla tenido; por tanto, ahora que lo quiere, no lo hallará. Además, no lo busca por los medios correctos, sino con confianza en sí mismo y orgullo. El conocimiento celestial lo encuentra fácilmente quien lo busca con todo su corazón: se presenta voluntariamente a "el que entiende".

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